La mayoría de las ocasiones, el público en general no es consciente del trabajo que conlleva llevar a cabo una traducción de calidad. Como se suele decir, traducir no es reemplazar palabras por palabras.
Porque traducir no se reduce, simplemente, a traducir palabra por palabra, sino que hay que tener en cuenta aspectos como el significado de esta, de la frase y la coherencia del conjunto.
El traductor profesional
Una traducción de calidad debe transmitir el mismo contenido del texto de origen a la lengua de destino, sin eliminar ni añadir ideas.
Debido a esta dificultad, se necesita de un profesional que domine tanto la lengua de origen como la del destino de la traducción, puesto que solo así será capaz de transmitir el significado original de forma adecuada.
Sin embargo, el ejercicio de la traducción puede parecer algo subjetivo; algo que depende, en gran medida, del saber hacer del traductor y de difícil comprobación bajo unos estándares.
Hay razón en esto, pero solo en parte, puesto que sí que existen algunos criterios que permiten ayudar a determinar si una traducción es adecuada o no.
La calidad de la traducción
Como ya hemos dicho anteriormente, traducir es mucho más que traducir palabras, ya que todo texto tiene una finalidad, una terminología y un público concreto que debe respetarse para que provoque los mismos efectos en la lengua de destino.
En aras de establecer algunos criterios para determinar la calidad de una traducción, el Comité Europeo de Normalización publicó, en 2006, la norma UNE 15038 que hacía referencia a los proyectos de traducción.
Tenía como objetivo establecer un procedimiento general al que se acogiesen los traductores en la gestión de sus proyectos.
En este sentido, la norma establecía la importancia de que los traductores tradujeran, únicamente, a su lengua materna y de conocer bien el tema objeto de la traducción.
Aspectos que influyen en la calidad
Dicho todo lo anterior, vamos a tratar algunos aspectos más concretos que también influyen en la calidad de una traducción.
El primero de ellos tiene que ver con las reglas de ortografía y de puntuación de la lengua de destino.
Del mismo modo, se tiene que respetar la estructura del contenido, el formato del texto y las imágenes o gráficos que pudiera haber.
El segundo de ellos es la comunicación con el cliente, en el sentido de conocer al máximo qué quiere, qué pretende comunicar y qué persigue conseguir con la traducción. A mayor comunicación, mejor resultado.
Por último, es muy recomendable que el texto traducido sea revisado por otra persona que tenga experiencia en el sector de la traducción para asegurar la calidad del trabajo final.
Todo lo dicho te garantiza que las traducciones que contrates tengan el efecto que persigues. Al momento de traducir cualquier documento legal, ya sea un expediente académico, una escritura o un informe empresarial, es un error pensar que una aplicación de traducción te bastará.
Necesitas la formación, la experiencia y el saber hacer de un profesional que tenga su procedimiento de traducción y te ofrezca garantías.
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